martes, 26 de febrero de 2013

…queridos seres queridos…

 

…que os habéis ido al quinto pino por una razón o por otra… que os habéis quedado viendo como me marchaba, que no vais a volver, que os habéis metido en un paradero desconocido… os hecho tanto de menos que no se por donde empieza ni por donde acaba esta pena tan pegajosa….. que no hay manera oiga, que no hay manera.     

martes, 5 de febrero de 2013

tabula rasa y extra de queso

vivo los lunes con euforia, la semana se extiende ante mi como un papel en blanco y  me mira a los ojos con la confianza de una adolescente a punto de ser desvirgada. yo me sonrío henchida de optimismo hacia la semana que comienza y hago bailes en la cocina.

para el martes ya nada queda de mis grandes esperanzas, no tanto por lo sucedido como por lo realizado, por lo que yo he realizado. resulta obvio: en mi deconstrucción de  la ecuación ortegassetiana, yo soy yo, y mis circunstancias me la traen al pairo. qué quieren, soy hija única.

en otras palabras, mis días, más que vivirlos, los perpetro, y entonces llegan la culpa, las ganas de escapar, y los cuatro jinetes del apocalipsis, todos ellos, juntos y revueltos, e invitando a cañas.



dicho lo cual, insto de manera urgente a los guionistas del Show de Trumanoid que hagan evolucionar a mi personaje, que se está quedando encasillado y ya cansa.

viernes, 1 de febrero de 2013

Juro que pensé en escribir este post antes....

…de que en la tele saliera este anuncio de la central lechera asturiana:

Ups, ya pondremos el link... 

Llevo unos días dándole vuelta a un recuerdo…

Mi tío abuelo no tenía tele. No le gustaba porque no entendía a las personas que salían en los programas. Decía que hablaban demasiado rápido para él y que aunque fueran a hablar más despacio tampoco les entendería. Por eso no le interesaba. Solo les gustaban los documentales sobre animales, en concreto sobre animales subsaharianos: las jirafas, los leones, las jirafas, los leones… las morsas… Los documentales los veía en mi casa el  domingo al medio día, le regalamos una radio pero tampoco le gustó, solo les gustaban las revistas semanales de segunda mano. Leer le encantaba, cuando conseguía juntar las letras de una palabra sonreía y cuando formaba la frase paraba contemplando las líneas, la magia de comprender el testo le iluminaba el viso. Ahora me parece muy tierno pero de pequeña no entendía porque le costaba tanto trabajo algo que para mi ya no tenía misterio. Entonces pensaba que fuese por su condición de estar mayor. Pensaba que junto a andar medio agachados o con un bastón, los ancianos perdiesen los dientes y la capacidad de leer. Que mi tío pudiese tener una escolarización inferior a la que yo ya tenía con 8 era un concepto que en mi cabeza sencillamente no cabía.

Mediante una de estas revista de segunda mano (que podéis encontrar al lado del zapatero de mi casa guardadas en una caja de latón) mi tío abuelo descubrió que se había caído el muro. Que ya se había terminado la guerra fría. Para mi que ese muro estaba en Roma, yo ya conocía la capital y sabía que allí todo estaba muy roto. No me extrañaba nada que se hubiese caído alguna muralla de esas. También pensaba que la guerra fría tuviese que ver con los alemanes porque mi abuelo me comentó que allí los italianos pasaban muchísimo frio, a lo mejor se podía tratar de que por fin los italianos en Alemania tuviesen calefacción en las casa igual que nosotros los italianos de Italia, pero yo no preguntaba porque este rollo del muro siempre generaba tensiones.

En concreto mi padre intentaba explicarle a su tío de que ese muro se había caído y que no se que había fracasado y además que el no se que en Rusia se había terminado y que además en Rusia la gente pasaba hambre y también frío (o sea que a lo mejor lo de la guerra fría seguía en pié). Y entonces mientras que mi padre argumentaba lo que escuchaba en la tele y leía en las revistas semanales mi tío le escuchaba y no contestaba. Solo muy de vez en cuando le interrumpía y le decía que eran tiempo en los que había que andarse con cuidado, que si los Americanos habían conseguido montar tal numerito, es decir hacerle creer a la gente que se había caído el muro y que la gente del otro lado lo pasaba mal, es que entonces podían hacer ya cualquier cosa. La llamaba propaganda en contra de “mamma Russia”.

Mi padre tampoco es que argumentase mucho, solo se limitaba a explicarle en cuantos pedazos se había dividido el PCI y que ya había una gran encina, y más logos con hoz y martillo pero que ya estaban muy chiquititos. Mi tío entonces no quiso saber ni de nombres ni de programas y hasta que pudo andar, en un periodo de tiempo comprendido entre el 90 y el 99 se limitó a poner una cruz sobre el logo que según el más importancia le daba a sus preciadas herramientas de toda una vida. Mi tío se murió en un hospital, durante un check up de esos que antiguamente la seguridad social les hacía a los pensionistas, realmente sospechoso, pero no, fue solo mala suerte. Su cuerpo decidió abandonar la lucha justo en una mañana en la que no iba a amanecer en su casa. La noche anterior en el mismo cuarto de hospital compartimos un kinder y yo le di un beso antes de marcharme. Me parece una forma esplendida de despedirse, comerse una chocolatina a media.

Siempre quise a este señor por su imaginación, por la capacidad de construir todo tipo de artilugio y prescindir de todo tipo de comodidad, por haber sobrevivido a dos guerras mundiales que por lo visto fueron muy duras.

En aquellos tiempos en los que los muros caían y los mapas de Europa cambiaban de un mes a otro, mi padre estaba loco por comprar en las papelerías todo tipo de revistas con lo atlas más actualizados. No paraba de repetir que aquello iba a suponer grande cambios, que estábamos viviendo en directo una pagina de historia, que recopilar todo aquel material era importantísimo. Hoy en día estamos a un click de todo lo que necesitamos ese afán de mi padre me resulta tan gracioso como la teoría de mi tío respecto a la caída del muro como instrumento de propaganda de los Americanos contra Rusia. Mientras mi hermana y mi cuñado están enganchados a la crisis mundial, al igual que el resto de los miembros de nuestra generación, mis sobrinas descubren funciones del iPhon que a mi ni se me ocurren y sus abuelos comentan que en crisis llevamos ya 20 años.

Aquí un homenaje para los nostálgicos que han llegado hasta aquí.