domingo, 1 de junio de 2014

mazarrón II. albóndigas IV.





por otro lado, hoy llueve en el desierto y es como el cometa Halley, que sólo ocurre una vez en la vida, dos si tienes suerte, así que he salido a la calle a ver si cogía una pulmonía y a reconectarme umbilicalmente con los prados verdes con vacas, serpenteando entre las ruinas del teatro romano y los descampados, pensando en la comida italiana, en un hombre trajeado que era igual que Monago, en comprarme una casa, en los pescados en salazón, en lo bien que me sentía, y en las técnicas de construcción naval de los fenicios.

Naufragamos frente a lo que hoy es la costa de Mazarrón como unos Schettino cualquiera, estúpidos nosotros, nos acercamos a saludar y el cargamento de plomo que llevábamos nos arrastró hasta un fondo de dos metros y medio de profundad. Cuando lo contemos en Canaán ya verás qué risas. Cubrirá el casco la posidonia marina, se balanceará durante milenios sobre las cuadernas de madera de higuera. A nado hacemos los cincuenta metros que nos separan de la costa. Nos follamos a unas murcianas muy guarras que nos sirven vino mientras comemos zarangollo.

también pensaba en lo difícil que es construir la propia identidad sin proyectarse hacia los demás, y que sólo las señoras con bolsas en la cabeza parecen haberlo conseguido del todo. yodesdeluegono. por eso escribo todo esto aquí (¿), curioso, por otro lado, en un blog sin lectores (¿). también porque no vaya a ser verdad que los arboles que caen en un bosque solitario no hacen ruido, y que la visión tan hermosa de los tejados de esta ciudad de mierda brillando como nunca se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia.qué bien traído.cuñao.


luego ha sonado esto y ya ha sido la rehostia.




¿sería realmente Monago?