domingo, 29 de marzo de 2015

desde que te ví con la pata de palo dije para mí


Cuando te acercas a los treintaicinco se te contractura el cuello, empiezas a pensar en congelar tus óvulos y se te ocurren rimas no-por-manidas-menos-brillantes. También vuelves a CASA por vacaciones, como si el aroma a torrija de leche te atrajera irremediablemente y acudieras semihipnótica hacia el país de la lluvia, siguiendo las vías del tren, habiendo dejado a tu novio de rodríguez, porque más que nada necesitaba descansar de tí y de tus cambios de humor de loca desequilibrada, y aunque el cuello te duela y parezcas robocob, y aunque el pastel murciano de carne lo tengas atravesado desde que lo engulliste en Chamartín por puro aburrimiento, cruzas el país consciente de que esta es tu pequeña contribución a la épica, ser una experta diagonales y verticales con mediatriz en madriz.                                       Cuando llegas, cuando llegas a CASA, cuando ella te prepara zumos de naranja y te hace preguntas sobre cosas en las que no quieres pensar, cuando les creas una cuenta de google, una de whatsapp, les alineas los cartuchos de impresión y les desinstalas varias barras de herramientas, cuando ella te cose el bajo de los pantalones y te acepta tal y como eres, y tú le cuentas a él el argumento de Lolita mientras apunta concienzúdamente los datos necesarios para hacerte la declaración de la renta y luego te arregla la cremallera de la maleta, tú te contentas pensando en la relación simbiótica que habéis establecido, hasta que te das cuenta de que ellos saben salvarte la vida, mientras que tú eres una experta en diagonales, en verticales y en el mundo de la chorrada.                                    Malaventurados los padres que dejan sus hijos a mi cargo.