Hoy me he acordado de M.
M. fue amigo mío. Nos sentábamos junto en el Instituto. Siempre juntos. M. se caracterizaba por tener una grandísima mala leche, un instinto agresivo importante, una simpatía descomunal, una sensibilidad enorme, el aspecto de un hombre de 30 a pesar de su joven edad.
M. para mi era tan mítico que yo apuntaba en el diario las frases que decía. El odiaba hacer los exámenes de idioma. El día anterior nos quedábamos en su casa planificando la estrategias para que el pudiera copiar de mi examen. Siempre conseguíamos hacer trampa. A él no le gustaban mis bromas, (que solo me gastaba con él… por algo sería). Nos metíamos caña, nos ofendíamos recíprocamente. Un día nos pasamos tanto que nos tiramos un trimestre sin mirarnos a la cara. Luego me dijo que E. no le hubiese dejado copiar durante el examen escrito de francés… pues hicimos las paces… pero solo temporáneamente. Como gatos y perros. Inseparables. Un día me dijo: “Déjalo si no quieres que te pegue una cabezada y te mate.”
Un día le dije: “¿M, a ti te gusta C., a que si?” Él me dijo: “No”. Yo le dije: “¡M, es que te gusta C.!” C. actualmente es la mujer de M., la madre de sus gemelos.
Un día él me dijo a mi: “L., hasta que no pares no encontraras lo que buscas”. M. ha estado a mi lado siempre.
En agosto M. encontró a mi madre y le dijo que en septiembre hubiese pasado todos los días por mi casa para ver si yo estaba. Pues no estuve, que pena.
Si todo fuera como hace 10 años le llamaría y le diría: “Te echo de menos, gordo-gafas!”
Respuesta de M (Apuesto lo que sea): “Payasa, eres una payasa, y no conoces todavía a mis hijos, perra!”
capitán: sistema de neuronas espejo
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