martes, 1 de marzo de 2011

La Loli, Vol.1

pinar

La Loli se acababa de mudar al centro. Para ella y sus amigos el centro era lo más profundo del pinar. Se había ido a vivir en una casa de muñecas. Una casa de muñecas rota que se había encontrado al lado de un contenedor de la basura a pocos metros de la valla de la reserva. Nada más verla supo que aquella hubiese sido su casita para siempre y en seguida le echó en cima un poquito de polvo mágico para que sus  amigos los gorriones la ayudasen a llevarla al bosque.

La Loli llevaba cientos de años siendo hada allí en al Algaida y se alegraba haber sobrevivido a la época en la que algunos gilipollas habían decidido convertir aquello en un vertedero. Los pájaros habían vuelto y ella ya no se sentía sola. Le costaba trabajo volar con los flamenco y las cigüeñas, al igual que la aburrían las perdices… pero con los gorriones lo llevaba bien, con los mirlos no porque arman mucho jaleo y los charranes todo el día pescando, tampoco les parecían interesantes.

La Loli se pasaba el día bañándose en el Rio con las Mojarras y metiéndose con las Lizas… hay que ver las Lizas que feas son… mojoneras, les dicen mojoneras… jajaja… La Loli… era muy buena pero un poco porculera la chiquilla… la pobre…

Un día la Loli, aburrida como una ostra, pensó que quizás dándose otra vuelta por los contenedores hubiera podido encontrar algún complemento para su casita… sin querer se despistó y se encontró en un lugar nuevo, un edificio enorme, to feo, to blanco con muchas ventanas. Atraída por los cristales la Loli se acercó a una ventana y se sentó para mirar lo que había más allá de su reflejo. Fue entonces cuando, con la nariz pegada al cristal, lo vio. Vio su enorme boca, tuvo que retroceder para ver el resto de su cara gigante. La pobre Loli se llevó un susto exagerado y se escapo volando a su casita.

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