domingo, 16 de marzo de 2014

antigripales del ejercito



los desiertos de sonora, y que me perdonen los sonorenses de bien, además de que en ellos nunca pasa nada, son feos con avaricia. si tuvieran un pedazo de verde, al menos un metro cuadrado de prao sobre el que descalzarse, esta condena al ostracismo sería un poco más soportable. exagero cuando hablo de insoportabilidad. no lo hago en absoluto cuando hablo de secarral infame en el que llorarías sobre cada matojo si no tuvieras los lacrimales más secos que la mojama.

por lo demás, esta es una tierra de machotes con pecho palomo, mujeres intrépidas con pelo teñido y niños con abrigos y pantalones a juego; la "ciudad" se paraliza cuando izan y arrían la rojigualda (literalmente) y el deporte local que lo peta es correr hasta que te mueras para quedar en un buen lugar en la carrera de 53 kilómetros montañarriba-montañabajo-montañaarriba-montañabajo-montañarrrrrrr.......... el que no corre, bucea. 30 metros bajo el nivel del mar, y sin despeinarse, ¡pijo!

estos superhombres y supermujeres no sudan y apenas enferman, unicamente cogen la gripe una vez al año, y la combaten a base de antigripales del ejército. lo que en mi imaginación, viene a ser lo que matar virus a cañonazos. en fin, que tengo tantas posibilidades de sobrevivir aquí como que fassbender venga a follarme de forma tranquila pero eficaz.

miércoles, 5 de marzo de 2014

naranjitas y limones para todos los señores

Ardió la cocina de mis vecinos, tres estudiantes de segundo imberbes y espabilados, y entre una nube de extintores, llamaron a mi puerta asustados y temblorosos. 
Yo les ofrecí tranquilidad y tres vasos de agua. Al día siguiente ellos vinieron a darme las gracias y 4 kilos de naranjas de su campo. 
Nunca ha habido nada más de verdad.