Se acabaron las piezas sueltas.

Llego a casa hecha polvo y me da un atracón de comida. Saco el jamón york de la nevera y empiezo a montar bocadillos uno detrás de otro. No me da tiempo terminar de comerme uno que ya estoy colocando más lonchas en cima de otra rebanada. Luego cojo un vaso, le echo un yogú blanco, un plátano troceado… y pá dentro… luego una tableta de chocolate enterita… y todo esto quitándome la ropa mojada y diseminándola por toda la casa… prevalentemente al rededor del sofá… Allí tirada… con restos de comida en cima de la mesa supletoria… de repente un escalofrío. Mierda! Las llaves por la cerradura… Nacho! No! Me va a pillar en pelotas, comiendo porquerías, tirada en su precioso sofá… con restos de comida por todos lados. Ya no me puedo esconder ni me da tiempo recoger. Tres, dos, uno. Que hago? Me escondo! Donde? Pues aquí mismo! Tumbada boca arriba no me queda que recoger las piernas al pecho y esconder la cara detrás de las rodillas, abrazar mis tibias. Hacer de mi cuerpo una pelota, mimetizar mi culo entre los cojines. Avergonzarme mucho, tengo que reconocerlo.

“Que hace loca? Ojú, que chalá está shiquiya!” (ruido de foto del iphone y risas a carcajadas).

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Nacho tiene que trabajar todavía, abre el portátil y yo a su lado me duermo en 0,2. Son las 21:00 y me despierto a las 23:00. Prepara una cena que no voy a comer porque estoy dormida y cuando me desvelo no voy a la cama con él… si es que me acabo de despertar de la siesta!!…. Son las dos cuando por fin me voy a acostar, aun sin tener sueño. Me doy ocho mil vueltas, le despierto diez mil veces y no me dice nada. Debería de darme una patada en el culo y mandarme a dormir con el periquito… meterme el Aloe vera por donde me quepa… pero no lo hace porque es así de bueno y porqué me quiere. Ya en el ultimó tentativo de dormirme me inmoviliza en un abrazo que me hace deducir algo maravilloso. Encajamos perfectamente.