domingo, 1 de agosto de 2010

Laregla De Chargaff sobre la deprimente historia de una Cocina-de-diseño


Érase una vez una gran Cocina-de-diseño en una gran casa vacía. Una verdaderamente bonita cocina con su vidrio-cerámica, su horno, su frigorífico/congelador, sus armarios y sus cajones. Tenía un montón de cosas para estrenar. Vajilla verde y naranja, cubiertos a juego, vasos de cristal azul y ya no me acuerdo que más. Dichosa cocina… se la pusieron a Unamigamia, ella la eligió personalmente. Hubiesen podido hacer un montón de cosas juntas. Hubiesen podido preparar desayunos, comidas, meriendas, cenas, fregar platos, hablar por teléfono, ver la tele, tener paciencia, esperar mucho, pensar poco y sonreír siempre. Ellas dos soñaban con todo esto, (no sabían con que más soñar), pero no les dio tiempo realizar ninguna de estas grandes aspiraciones, ni siquiera pudieron preparar un plato de espaguetis en salsa de tomate. Solo estuvieron juntas por un día, cuando terminaron de poner los electrodomésticos y no les dejaron ni poner un café para celebrarlo. Al día siguiente la mala noticia (si es que con lo del café una ya debería habérselo visto venir). La cocina y Unamigamia ya no se pertenecían la una a la otra, las separaron para siempre. Al cabo de una semana a la gran casa vacía llegaron los muebles de la habitación grande. Alguien nos contó acerca de una cama enorme y un armario blanco, ambos muy feos. No fue Unamigamia quien los eligió. No los pusieron para ella, los pusieron para Laotra. Unamigamia lo había perdido todo y se marchó.

Hoy en día todavía nos entristece pensar en Cocina-de-diseño. Allí, sola, en aquella casa ya completamente amueblada por/para Laotra. Cocina-de-diseño se acuerda con amor de quien la eligió. Sufre todas las veces que manos ajenas penetran con frialdad sus cajones y armarios. Resiste a Laotra como puede: atascándose en lo más profundo de sus tuberías o el lo más altos de sus filtros de carbón activo. Alguien nos ha contado que en las frías noches de invierno, cuando el calor se desprende de la vidrio y empapa de vapor aqueo la ventana de al lado, unas letras aparecen en los cristales: “Nunca me tendrás, suya para siempre”.

A Unamigamia las cosas le fueron mejor. Actualmente reside en otro país, vive en un pequeño piso de alquiler equipado. Encontró en el Carefú a Microondas-con-grill, se lo llevó a su piso y decidió no contarle nunca la historia de Cocina-de-diseño, de la que casi ya no se acuerda. Son pobres pero por lo menos ellos se quieren y viven felices.

Laregla.

1 comentario:

  1. Nunca había escuchado una historia tan sobrecogedora, estoy realmente acongojada, con unas ganas terribles de gritar y soltar la verdad a los siete vientos (¿por qué son siete?ein?): ¡¡MI THERMOMIX Y YO NOS AMAMOS!!

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    Estimado lector: si te sientes identificad@ con Rebeca, marca 1 en tu retroteléfonomóvil a pilas. Si no, canta La Tarara mientras te duchas.

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